Empezando por el final que también podría ser el principio porque DIALOGRAMA no es una obra lineal. Se puede montar como un viejo rompecabezas de cartón.
El periodismo sube a escena
DIALOGRAMA. Con este palabro por título Jaime Serra subió al escenario del Teatre Romea a las 7 de la tarde de un 5 de Octubre. ¿Qué hacía ahí un ex redactor jefe adjunto a la dirección de La Vanguardia vestido de negro en un teatro abarrotado de público heterogéneo? ¿Dialograma?
Jaime Serra se autodefine como alguien que trabaja entre Arte, Periodismo y los límites entre ambos. La infografía ha sido la herramienta que le ha permitido expresarse como periodista y como artista. Un invento poderoso para la divulgación en el que Jaime tiene el máximo reconocimiento internacional. Intentar definir y encuadrar el trabajo de este señor de Mollerusa es perder el tiempo. Mejor impregnarse de su universo visitando sus archivos.
Pero Jaime Serra también es actor. Un actor que se inventa DIALOGRAMA para representarse a sí mismo con la soltura de un veterano de la escena. Jaime tiene una voz que te acaricia y te excita a la vez. Sería un locutor de radio de esos con estupendas voces aterciopeladas que te introducen a bellas canciones que sólo él conoce.
Pero sus palabras no son de terciopelo. Hablan desde el escepticismo forjado en los innumerables consejos de redacción de importantes periódicos de todo el mundo que ha asistido. O no, pero en todo caso la puesta en escena con Benet a la guitarra, unas proyecciones muy cuidadas sobre una escenografía totalmente negra y una iluminación direccional al único actor en escena, reflejaban la austeridad del teatro de barrio donde el contenido se come a la forma. Y Jaime no está por hostias. Y el presupuesto, menos. Pero con elegancia.
Un monólogo es un reto mayúsculo para todo actor, pero en este caso Jaime jugaba con ventaja porque el texto y toda la parafernalia para presentarlo era obra suya. No tenía que aprenderse el texto y podía patinar tanto como quisiera. Poco a poco se fue haciendo con el escenario hasta que se sintió tan cómodo como para hacerse una entrevista a sí mismo interpretando a entrevistador y entrevistado. En ocasiones Jaime estuvo brillante.
Es un espectáculo para pensar. Una hora salpicada por la música de Benet que te deja en un espacio habitado por las paradojas sobre el diálogo, el tiempo, el sexo, la mente, la muerte… que Jaime va desgranando con el apoyo gráfico de las cuidadas proyecciones de partes de sus obras.
Como dice el subtítulo de la obra: Un intento más. Con sentimiento